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domingo, 1 de septiembre de 2013

Vélez Sarfield - 1998

Cuando Marcelo Bielsa llegó a Vélez en  el segundo semestre de 1997, el equipo del 'Fortín' venía de una impresionante racha ganadora en la que el fútbol práctico de Carlos Bianchi era casi una doctrina de ley. Con un rombo al medio y siempre basándose en tener dos delanteros enchufados, aquel Vélez multicampeón era considerado difícil de igualar por los propios integrantes del plantel, que en un inicio se mostraron reticentes a la idea de Bielsa de jugar con tres al fondo y, sobre todo -José Luis Chilavert a la cabeza-, rechazaron su desapego por los individualismos. "Me siento más cómodo con el orden que con la espontaneidad", acuñó por entonces el 'Loco' en una entrevista  a Clarín.

El hecho es que al final la locura se impuso en Vélez y el equipo asimiló la idea. Tres atrás, con Méndez de habitual líbero y Federico Domínguez con Pellegrino entre stoppers y hombres de salida. Cardozo casi reconvertido a volante por izquierda, al nivel de Bassedas, y Pandolfi en una peculiar función entre enganche y cuarto delantero. Si a Bielsa le decían defensivo, pues una vez ante Argentinos Juniors salió con cinco delanteros nominales, y contaba con un '9' tan neto como Posse que casi solo recibía la pelota en el área chica. Camps, volante en la era de Bianchi y Piazza, era un tercer delantero por derecha de modo tal de que se aprovechaba su velocidad mejor que si se lo hubiera hecho jugar de enganche. Bielsa, pues, le volvió a enseñar a jugar a ese Vélez; les enseñó a sus jugadores cosas que ellos no conocían de sí mismos.

dechalaca.com

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