Quizá el equipo de Bielsa que haya alcanzado un pico más alto de
rendimiento sea la selección argentina que acabó primera en las
Eliminatorias rumbo a Corea/Japón 2002. Allí fue cuando el 3-línea-3 que
patentaría como sello la escuela bielsista -con opción de desdoblarse a
rombo en el medio- se graduó ante todo el mundo, y también cuando ello
riñó frontalmente con la vigencia en Argentina de dos '9' de talla
global: Gabriel Batistuta y Hernán Crespo.
Historia conocida es que el fracaso argentino en el Mundial asiático
fue atribuido por un sector de la prensa gaucha a la "terquedad" del
técnico en no colocar a ambos arietes juntos. ¿Habría Bielsa puesto a
dos Domizzis en Newell's o, sobre todo, a dos Posses en Vélez? Las
convicciones tácticas tienen costos. Incluso en el primer Newell's del
'Loco', Ruffini iba muy por fuera y Boldrini lo hacía por dentro. En
esta Argentina no había lugar para dos '9': había tres zagueros con
roles de marca muy definidos, una línea al medio que se comía un ida y
vuelta neto y dos hombres como Ortega y 'Piojo' López a los que se hacía
trabajar a los lados. Emplear doble punta habría implicado poner al
'Burrito', acaso, de enganche neto detrás de la dupla, cosa que reñía
con la idea de Bielsa de adjudicarle una labor más obrera y menos
individualista.
dechalaca.com
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